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Channel: cuentapropismo – Cuba Material
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cuentapropismo

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La Jiribilla: Sector privado: ¿panacea o mal necesario? se pregunta esta revista. La mejor respuesta que he encontrado en el artículo: el cuentapropismo ha contribuido a que la sociedad cubana revalorice el trabajo, al tiempo que sus practicantes se entrenan en nuevos roles sociales y civiles, entre ellos el nada insignificante de saberse no ya económicamente independiente del estado, sino parte del sostén económico del mismo.

The Miami Herald: Santiago bustles with the work of Cuba’s new self-employed, describe las perspectivas de algunos cuentapropistas, sus aspiraciones, tropiezos, y los ardides conque se mantienen a flote los que operan en Santiago de Cuba, apenas una porción de los 371 mil registrados en todo el país, clasificados en 181 categorías de labor. Para explicar mejor cómo los cuentapropistas sortean regulaciones, inspectores e impuestos, al tiempo que garantizan insumos y atraen clientes, el periódico describe el caso de un autodenominado “modisto-sastre” quien, víctima también de una cultura del vestir que no favorece las prendas hechas a la medida, se dedica a la re-venta de ropa que compra “al por mayor” a “proveedores” que la traen de Miami, Perú y Ecuador. Sandalias de tacón alto adornadas con piedras de colores y tenis Converse son su mejor mercancía, le confesó este sastre a The Miami Herald. Según este periódico, los insumos de estas actividades provienen en muchos casos del extranjero, y son introducidos al país mediante “mulas”.


feliz día de los padres

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Fotografía de Daniel Gómez de finales de los 70s.

Todos los años, en mi escuela primaria (se llamaba Nicolás Estévanez y quedaba en Línea entre 6 y 8) nos hacíamos fotos como ésta para celebrar los días de las madres y de los padres. Días antes anunciaban la fecha en que vendría el fotógrafo, cuando debíamos presentarnos a clases con el importe de la foto (¿serían cinco pesos?) y peinados lo mejor que pudiéramos, pues en el momento en que el flash alumbrara y el obturador sonara con el único e irrepetible click que nos estaba destinado (sonido con el que nos eran asegurados poco más de dos centímetros de la tira del negativo) comenzaría el proceso gracias al cual, bidimensionales, en blanco y negro, y no mayores que media página de nuestras libretas escolares, formaríamos parte, en unos días, del regalo que, orgullosos, daríamos a nuestros padres el día señalado para el agasajo a la progenie. Ese día, el de la foto, aula por aula nos llamaban al vestíbulo de la escuela, un gran salón de piso de granito frene a la dirección, y, de a uno, dejábamos nuestro lugar en la fila y nos colocábamos detrás de una pantalla de cartón sostenida por un primitivo caballete de tres patas. Desde esa posición, asomábamos nuestra mejor cara por un agujero, muchas veces en forma de corazón, al lado del cual, en letras medio góticas, se leía “Felicidades mamá” o “Felicidades papá“, según el caso. Nunca pensé, de niña, en la excepcionalidad de estas actividades donde las instituciones educativas que formarían al hombre nuevo cooperaban con lo que hoy conocemos como cuentapropistas, ni sé cuándo desapareció este contubernio y, con él, las caritas sonrientes de las fotos escolares que solo volví a ver cuando mi hija cursó su kindergarten en New Jersey. Hoy, con la inocente sonrisa de entonces de este pionerito que devino padre de mi hija, felicito a todos los papás.

Cuba: the Times are Changing, documental

Diario de Cuba: De buzos a cuentapropistas

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Nuevo Vedado, Habana. 2012.

Diario de Cuba: De buzos a cuentapropistas:

……………….

Siempre hay algo que vender, un teléfono de marcación por disco, luces de navidad fundidas, un radio inservible, zapatos maltratados por el uso, ropa vieja, pedazos de cables, frascos de perfumes vacios, todo tipo de cosas que los buzos esparcen en los portales de cualquier avenida capitalina.

……………………..

Cuando la mercancía es confiada por otra persona para vender, el precio es mayor. Un reloj sin cristal, búcaros rotos, calculadoras antiguas, tablas de planchar, cualquier objeto desgastado por el uso o en buen estado pero pasado de generación, como un videotape Betamax. Lo más lucrativo en este sentido son las cámaras fotográficas rusas de la década del 70; los turistas extranjeros pagan hasta 10 dólares por ellas.

………………….

Tras la autorización del gobierno al trabajo por cuenta propia, no pocos recolectores de basura solicitaron la licencia para vender. Unos se dedicaron a la venta de productos usados de plomería, clavos reciclados o cualquier herramienta desechada por su dueño. Otros navegaron con suerte y comenzaron a surtirse de mercancías de primera calidad proveniente de los negociantes del mercado negro, abastecidos por los almacenes del Estado.

Nuevo Vedado, Habana. 2012.

anuncios

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Calzada de Ayestarán. Foto de 2012.

De todo cuanto pudieron alguna vez decir los extranjeros con los que me tropecé en Cuba, nada me molestaba más que su placer al comprobar la ausencia de anuncios comerciales en las calles de la Habana (en realidad era poco lo que me molestaba, pues casi siempre era una fiesta conversar con gente de otras partes y de esas conversaciones surgieron amistades que aún conservo). Mi disgusto no provenía de que defendiera la discutible estridencia del neón y de las vallas de publicidad en cada esquina, sino más bien de la certeza de que esa “pureza” visual era ajena a la voluntad explícita de los habitantes de la Habana (o de cualquier otra ciudad o pueblo de la isla), cosa que mis satisfechos interlocutores también conocían e, incluso, podían llegar a rechazar por todas las limitaciones que imponía al comercio (obligado a sumergirse en la clandestinidad, uniformado en torno a una monocromática grisura, desprovisto de garantías y ofertas). Por ello, me alegró mucho descubrir este verano tímidos anuncios que, aunque estética y cualitativamente cuestionables, identifiqué como pródromos de un diálogo público que, aunque restringido a la esfera del comercio minorista, comienza a florecer. Y, a pesar de las opiniones estéticas de los turistas y de mis propias impresiones con relación a otros aspectos de mi ciudad natal, la Habana me parece ahora una ciudad un poquitiquitico menos amordazada.

Vedado, 2012.

Nuevo Vedado, 2012.

Cerca de Ayestarán, 2012

Vedado, 2012.

Avenida 23, Vedado. 2012

Avenida 23, Vedado. 2012.

Vedado, 2012.

 

anuncios II

remesas, mercancías, comercio

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Vidriera en la zona de Oriente, Cuba. 1981. Fotografía de Martha Rosler expuesta en Chelcea, Nueva York, en 2012.

Las remesas, se calcula (ver en Diario de Cuba), suponen 2.500 millones de dólares “en mercancías que trasladan desde EE UU quienes visitan a sus familiares y las “mulas” profesionales que llevan enormes bultos de ropa, calzado, piezas de repuestos para autos y motocicletas, televisores, DVD, herramientas, computadoras, equipos eléctricos, perfumes y artículos de consumo de todo tipo”, los cuales no solamente van a parar directamente a las manos de familiares en Cuba, también abastecen a los cuentapropistas. Me cuentan de un car wash en Nuevo Vedado donde, por 3 dólares, desteñidos Ladas, restaurados Chevrolets, andando-como-puedan Jaguars, o modernos Toyotas, reciben el bautizo de champús y ceras brilladoras enviadas directamente de Miami, aplicados por manos jóvenes de cuerpos uniformados y rostros que no dejan de sonreir al cliente. Y aquellos que, en lugar de dejar el número de su celular para ser avisados cuando les llega el turno, prefieren esperar in situ, pueden consumir refrigerios en la cafetería del establecimiento.

Operación adoquín

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Operación adoquín se llamó al operativo policial que acabó con los Sábados de la plaza donde los habaneros adquirieron, a principios de los 80s, bisutería, calzado, y confecciones de vestir confeccionados por artesanos locales, paliando con ello la escasa oferta de las tiendas minoristas. Estos sábados constituyeron, para muchos, un evento cultural que sobrepas’o los l’imites estrictamente comerciales entre los que surgió, l’imites diría que casi perentorios. Me han dicho que fue tanto su auge y tan buena la calidad de los productos que no solamente desplazaron en la preferencia de cierto público nacional a los bienes de consumo capitalistas (hablando en términos de la Guerra Fría), sino que incluso atrajeron a firmas comerciales alemanas y francesas, interesadas en patrocinar la pujante artesanía local.
La operación adoquín desarticuló los mecanismos que podían haber hecho crecer la mejor artesanía cubana, pero no la extinguió, al menos la de corte utilitario. Años después, ya finalizando los 80s, éramos muchos los estudiantes del pre Saúl Delgado los que viajábamos, desde nuestro céntrico Vedado, donde siempre teníamos la conveniencia de adquirir las sandalias que hacía el magnífico Carlos Télles, ahí mismo frente al parque de nuestra escuela, hasta el paradero de Playa, donde tomábamos la única ruta que nos llevaba a cierto municipio del oeste de la Habana donde otro artesano hacía unas boticas de piel estilo Robin Hood en colores que iban del gris claro al rojo carmín.

El año pasado, Emilio Ichikawa publicó:

La Operación Adoquín sale a la luz en la prensa oficial como acción policial que depura de artesanos ilícitos a las plazas de Armas y de la Catedral. La venta de artesanía venía arraigando allí desde la década anterior, cuando carpinteros y herreros, modistas y bordadoras, joyeros y talabarteros, alfareros y otros empezaron a plantar los sábados sus timbiriches frente a la catedral.

Aquello se convirtió en mercado abierto y se extendió a la Plaza de Armas, frente al Palalcio de los Capitanes Generales. Las autoridades dieron pita larga para ver hasta dónde llegaba el ingenio cubiche, porque salvo los basureros no había otro mercado de insumos para hacer artesanías que las propias empresas estatales. Ni otras vías de suministro que robo o cambalache.

Entonces pasó algo que se llevó de pronto a la mayoría de los artesanos, quienes fueron a dar a la cárcel bajo cargos de actividad económica ilícita y otros delitos contra la propiedad social de todo el pueblo. De este modo el casco histórico habanero quedó acendrado para su proclamación (diciembre 14, 1982) como Patrimonio Histórico de la Humanidad. La Oficina del Historiador se encargó de controlar administrativamente el movimiento artesano y hacia diciembre de 2009 sobrevino la mudanza y concentración de los artesanos de la Catedral al Centro Cultural Antiguos Almacenes San José (Avenida del Puerto), restaurados ad hoc. Dizque el trámite de acreditación como artesano se cobra en chavitos y la renta de espacios, en pesos cubanos.

El movimiento artesano había cobrado impulso a fines de la década de 1960 con egresados y defectores de la Escuela Nacional de Arte (ENA), quienes se reorientaron al no consagrarse como artistas plásticos. Así mismo se reanimaron otras muchas tradiciones artesanales, como bordado y deshilado, que darían pie (1979) a las Ferias de Arte Popular.

Tras la Operación Adoquín se creó (1986) la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA), como cristalización burocrática de la artesanía redefinida en términos artísticos. El auge del turismo propiciaría que los artesanos se concentraran en obras de carácter único para la venta puntual. Lo funcional artesano cedió a lo artístico profesional y la característica repetitiva de la artesanía deja de ser consustancial.

Un amigo me contó que, por entonces, la recortería de piel que sobraba de los talleres estatales se quemaba, opción preferible antes que venderla a los artesanos privados.

Aquí dejo un fragmento de una entrevista al actor, director y productor Marcos Miranda publicada en Cuba Inglesa, donde cuenta las circunstancias que lo convirtieron en artesano y su relación con el movimiento de artesanos de la plaza de la catedral:

¿Vienes directamente a Miami o tienes tu “largo viaje” como muchos otros cubanos?

Mi salida definitiva de Cuba no pasó hasta 1984, y lo hice por España, donde viví 7 años. Una experiencia extraordinaria, que me devolvió la fe en la humanidad, que casi pierdo en Cuba. Desde año 1980 hasta el 1984, fue una época muy dura en la isla para todos los que presentamos nuestra salida del país. Nos sacaron del trabajo y sin posibilidades de recuperarlo o encontrar nuevos. Recuérdese que el sistema comunista no permite la actividad laboral privada de manera oficial, y en aquel momento no existían empresas mixtas ni corporaciones extranjeras donde pudiéramos prestar nuestros servicios ni mi esposa ni yo. La única posibilidad o camino a tomar cristalizó en hacernos artesanos (más bien zapateros) y vender nuestra producción en La Plaza de La Catedral.

¿Entonces puedo asumir que te arrestaron en la famosa “Operación Adoquín”, donde muchos artesanos, sin prueba o delito aparente, fueron a parar a los calabozos del DTI en La Habana?

No. Nunca me di a conocer como artesano. Jamás me inscribí como tal. Y aunque lo hubiese querido, como era mi deseo realmente, mi condición de “gusano” que se iba del país, me lo impedía. Mi hermano Carlos, y mi amigo, el actor Mike Romay (e.p.d.), vendían mi producción. Creo que me salvé porque nunca fui a La Plaza, a pesar de que a Norma, mi esposa, y a mí, nos interesaba aquel peculiar movimiento artístico, y también empresarial, donde el arte y la gestión de ventas se pusieron de manifiesto, y de manera muy próspera e independiente, como no había pasado antes del 59. Además, mis pocas apariciones en la calle como cualquier ciudadano de a pie y sin acceso a los medios, que hice luego de mi renuncia al ICRT como director, escritor y actor, bastaron para que fuera llamado nuevamente al Departamento de Seguridad del Estado, donde se me “aconsejó” que no saliera a la calle porque el público me reconocía como El Ingeniero de “En silencio ha tenido que ser” o El Abuelo Paco de “Variedades Infantiles”. Eso, según “ellos”, “ponía en peligro” el permiso para mi salida definitiva de Cuba. De modo que, a partir de ese momento, comenzó mi condena de cuatro años de prisión domiciliaria.

Farola de la Avenida del Puerto, Habana Vieja. Foto tomada de FB.


la barbería de Papito

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Imagen tomada de "Generación Asere".

Sobre la iniciativa privada en Cuba, su potencial y sus límites, y su relación con el estado y con la comunidad dan fe El Nuevo HeraldGeneración Asere y Telemundo 51, este último con galería de fotos.

Interior del salón de Papito. Imagen tomada de "Telemundo 51".

La peluquería de ‘Papito’, escuela, museo y espejo de la lenta reforma cubana

La Habana – - La peluquería de Gilberto Valladares “Papito” ha dado vida a una céntrica calle de La Habana con un proyecto comunitario que incluye una academia para jóvenes valores y pronto hasta un parque temático infantil, Además de ser un laboratorio de la lenta reforma de la economía socialista cubana.

En el “Callejón de los Peluqueros”, como ha sido bautizado el tramo inicial de la calle Aguiar, en el habanero barrio de San Ángel, el negocio de Valladares florece con el mismo ímpetu que la exhuberante vegetación de la isla caribeña, pese a que está en un segundo piso sin ascensor.

Aunque en su caso con mucha más dedicación e inventiva, como sucede con todos los trabajos por cuenta propia en el país, el nombre que reciben en Cuba las iniciativas de los trabajadores autónomos.

“Es una envidia con la tijera, muy emprendedor, una estrella fugaz. Uno se cansa de abrir camino, sobre todo aquí en Cuba, pero él no”, afirma a Efe orgulloso Manuel, cliente de “Papito” desde hace 20 años, cuando el peluquero era un trabajador estatal.

El cuentapropismo es producto de las reformas económicas emprendidas por Cuba para contrarrestar el revés que representó la caída del bloque soviético en 1993.

Las peluquerías y los famosos “paladares” o restaurantes familiares fueron los conejillos de indias de un sistema cuyo desarrollo ha sido tan gradual como incierto es todavía su futuro.

Esta semana, la prensa oficial informó de que los cuentapropistas suman ya 397.167 pero aún representan apenas el 13 por ciento del total de empleados de un país con 3,1 millones de trabajadores estatales, cuando en 1997 eran la mitad, 180.000.

Dos años después, en 1999, Valladares convertía su domicilio familiar en una peluquería para crear el proyecto “Artecorte” con la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.

“Partí de tres puntos importantes: el arte, la historia y la peluquería. El negocio fue creciendo y eso me permitió pagarme el sueño de crear la casa-museo”, afirma “Papito”, rodeado de antiguas maquinas registradoras y sillas de barbería, una de ellas del siglo XIX, además de pinturas inspiradas en el oficio.

En la puerta del edificio una placa da fe de una de las primeras licencias para ejercer la barbería en Latinoamérica, otorgada por el Cabildo de La Habana a Juan Gómez en 1552.

En frente, otra placa recuerda a Juan Evangelista Valdés (1836-1918), “destacado periodista, poeta, barbero y revolucionario”, por el que existe el Día del Barbero y el Peluquero en Cuba, el 27 de diciembre, en coincidencia con de su natalicio.

Allí está la escuela con la que “Papito” ha logrado un semillero de peluqueros para su establecimiento, como su vecino Alex, de 23 años, una de las cinco persona que trabajan con él.

Desde 2009 esos negocios y los “paladares” pueden contratar empleados y arrendar locales.

“Las peluquerías fuimos pioneras en eso porque era fácil experimentar” en un sector “de alto consumo” en la isla, argumenta “Papito” a Efe mientras su hija pequeña juega cerca de él al final de una larga jornada.

El gasto de sus clientes oscila entre los cinco y los 30 pesos convertibles, la divisa del país, equiparable al dólar y que convive con el peso cubano, cuyo valor es 24 veces menor y que es la moneda en la que gana sus salarios la mayoría de los ciudadanos.

Por ello, muchos de ellos trabajan en sectores de la economía que dependen de la siempre compleja relación con el extranjero.

Ese es el caso de Manuel, capitán del famoso restaurante La Bodeguita del Medio y que dispone de pesos convertibles gracias a las propinas de los turistas.

“Papito” le pone, sin embargo, un pero al cuentapropismo: la ausencia de un mercado mayorista donde conseguir más baratos sus productos, que debe comprar en las tiendas comunes, otra asignatura pendiente para el Gobierno cubano.

Además, él asegura que no recibe ninguna mercancía del exterior, pero muchos trabajadores autónomos han comenzado también a quejarse porque desde agosto las tarifas por exceso de equipaje de los viajeros deben pagarse en pesos convertibles a partir de la segunda entrada al país en el mismo “año calendario”.

Sin duda, se trata de un duro golpe para los que traen mercancías a la isla desde el exterior, las famosas “mulas”.

“Artecorte”, que organiza también maratones de cortes de pelo en la calle, inaugurará en los próximos meses el “Barbeparque”, una zona de juegos infantiles con forma de utensilios de barbería que se construye en un espacio público cercano.

Imagen tomada de la página de FB ArteCorte. (h/t: Generación Asere)

Generación Y: Apple causa furor en La Habana

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Teléfono fabricado en la URSS, aún en funcionamiento en el ICAIC. Foto 2012.

Generación Y: Apple causa furor en La Habana:

El cartel es colorido, bien diseñado y anuncia reparación de teléfonos móviles, especialmente de iPhones. Afuera, una fila de personas aguarda con su juguete preferido entre las manos. Son los fans de Apple en La Habana, los maqueros que tienen uno de esos extraordinarios smartphone. Están desde los que logran comprárselo en mercado informal gracias a alguna entrada en pesos convertibles, hasta otros que lo han recibido de un pariente o amigo radicado en el extranjero. El desvío de recursos del estado y los negocios éticamente reprobables proveen de recursos a muchos de estos adoradores de las nuevas tecnologías. Para los que no cuentan con ninguna entrada económica adicional al salario ni con un pariente emigrado, siempre es posible pagar menos por una imitación “made in China” de los ingenios de Steve Jobs.

Aunque en Cuba la compañía Apple no cuenta con tiendas –tampoco ninguna otra empresa norteamericana- está entre las marcas más apetecidas en el extendido comercio ilegal. En un país donde cada día se hacen más visibles las diferencias sociales, el teléfono celular y el ordenador se erigen como los más preciados símbolos de status. Entre la población circulan todos los tipos de móviles.  El codiciado Samsung Galaxy S3 ya puede comprarse en la mayor de las Antillas a través de sitios web de clasificados como Revolico.com. Los HTC causan sensación y los Blackberry, de diminuto teclado, tienen su público apasionado. Pero los productos con el logo de la manzana mordida son los mejor evaluados entre los jóvenes menores de 25 años. iPhones de todas las generaciones pueden verse en los sitios más inusitados. En un ómnibus repleto, donde viaja la gente más humilde, de pronto suena un ring ring y ahí esta la estilizada creación del emprendedor californiano. Una mezcla de carencia y sofisticación, de atraso y modernidad, compone nuestro día a día.

Apple va tardar algún tiempo en poder abrir uno de sus establecimientos en la capital habanera. Las restricciones del embargo norteamericano implementado desde 1962 se lo impiden. Pero al gobierno cubano tampoco le haría ninguna gracia dejar entrar en su monopólico –y raquítico- mercado de ordenadores y tecnología a un competidor tan poderoso. A mediados de 2008, cuando las tímidas reformas de Raúl Castro autorizaron a los nacionales a comprar equipos de informática, sus precios estaban pensados para un mercado cautivo, sin otras opciones. En los primeros meses después del anuncio, podían encontrarse en las tiendas laptops con un precio que no bajaba de los 2000 euros y un PC sin monitor rondaba los 900 euros. Eso, en un país donde el salario medio mensual no supera los 20 euros. ¿Se imaginan como ponían en blanco los ojos los potenciales compradores al ver tal exceso? A pesar de tan descabellados números, los productos se vendían –pues no había otra oferta legal- y actualmente es raro hallar una tienda donde todavía queden ordenadores en oferta. Sólo siguen en exhibición algunos chasis ya pasados de moda, con unos pocos periféricos al estilo de mouse o teclado. No continuó el abastecimiento de material informático, quizás porque sólo se buscaba armar el gran revuelo anunciando la flexibilización  y, después de aquellos sonados titulares en los periódicos, el gobierno perdió el interés en que nos siguiéramos informatizando. De manera que el grueso de la compra y venta de tecnología se sigue moviendo en las sombras de la ilegalidad.

Offline vs online

Lo sorprendente es que los técnicos locales hacen prácticamente cualquier cosa con los productos de Appel. Instalar aplicaciones, desbloquear estos móviles para que funcionen en la compañía cubana, cambio de piezas internas, jailbreak y untetheredpara todos los gustos y necesidades. Se implementan soluciones muy inteligentes para paliar el gran obstáculo de no tener acceso a Internet desde estos artilugios de pantalla táctil. Así que, a falta de conectividad, abundan las herramientas y los programas que funcionan offline. Por un precio que oscila entre 4 y 9 euros, cualquier cliente pude salir de uno de esos centros privados de reparación telefónica con verdaderas maravillas.

Por ejemplo, es muy popular una versión completa de la Wikipedia en español que queda instalada en la memoria del dispositivo, a elegir con imágenes o sin imágenes en los artículos. También muy demandados son los mapas de La Habana y de toda Cuba, calle por calle, detalle por detalle que también se incorporan al smarthphone. En alguno de estos dispositivos es posible activar la localización, que no funciona vía satelital sino a través de la triangulación de las antenas terrestres. Con lo cual, los sagaces usuarios logran auto ubicarse en un mapa y hasta ver como la “bolita azul” avanza entre las cuadrículas de las calles en la medida en que se mueven ellos. Especial pasión genera una aplicación pirata que incluye la base de datos de la compañía telefónica ETECSA, con la cual se puede determinar el nombre del propietario del teléfono de cualquier llamada entrante, la dirección donde vive y ¡horror! hasta su número de carnet de identidad. Nada, que a la hora de ponernos ingeniosos, los cubanos siempre nos pasamos un poco.

En algunos portales de edificios en Centro Habana se encuentran los puntos de venta de accesorios para las criaturas de Apple. Fundas de silicona, audífonos para manos libres, cargadores eléctricos que se conectan al enchufe del auto, películas de acetato para cubrir el cristal y evitar las rayaduras. Un mercado floreciente de todo tipo de periféricos que giran alrededor de los teléfonos inteligentes. Pero lo que más sorprende es que éste exista en un país donde nada de eso se comercializa en las tiendas oficiales.

En fin, que para cuando Apple aterrice realmente en La Habana encontrará una comunidad de seguidores que ni imagina que tiene en la mayor de las Antillas. También se asombrará de las dimensiones del mercado informal que se mueve alrededor de la reventa de sus aplicaciones y de las “incursiones” osadas que se hacen en el interior de los circuitos de sus iPhones y iPads. Para cuando llegue la empresa fundada por Steve Jobs –si es que llega- ya habremos mordido la manzana por todos lados. No la habremos tragado, deglutido e incorporado a nuestras vidas. Por el momento,  ¡buen provecho!

El lagarto verde: Ventas al detalle

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La Habana, 2012. Imagen tomada de El lagarto verde.

El lagarto verde: Ventas al detalle, por Iván García:

Pasada las once de la noche, Alfredo, 66 años, planta su silla plegable y una pequeña mesa plástica en 10 de octubre y Acosta. En la céntrica esquina habanera vende café recién colado.

Su clientela es amplia. La farándula nocturna, choferes de una base cercana de taxis, custodios, travestis que se prostituyen por la zona y patrullas policiales de ronda se llegan al negocio de Alfredo, a tomar café fuerte a dos pesos la tacita o un cortadito a tres.

“No me va mal. Tengo ganancias diarias entre 120 y 160 pesos. A veces más. Eso sí, estoy despierto toda la madrugada. Alrededor de las 7 y media de la mañana es que voy a la cama”, dice el anciano.

Si Alfredo viviera solo de la chequera de jubilado no podría hacer dos comidas diarias o ir de vez cuando con su esposa y los nietos a una cafetería en el Centro Comercial Carlos III, a tomar cerveza y comer hamburguesas.

Danilo, 69 años, sí duerme la madrugada. Al amanecer, tuesta tres libras de maní y los envasa en un centenar de cucuruchos de papel. Luego se dirige a diversas paradas de ómnibus, pregonando su producto.
Cada cucurucho lo vende a peso (0.05 centavos de dólar). “No siempre vendo todo el maní, hay bastante competencia. Tampoco es mucho el dinero que me deja, de 50 a 60 pesos diarios. Al menos me alcanza para adquirir viandas”, señala risueño Danilo.

Hace tiempo que Natacha, 49 años, tiene engavetado su título de licenciada en Literatura. Le resulta más rentable vender en el portal de su casa vasos de helado a cinco pesos y refresco gaseado a dos.

Los adolecentes de una escuela secundaria son sus mejores clientes. “Compro el helado a un particular que lo elabora. El refresco gaseado lo confecciono con una máquina que me costó 80 pesos convertibles. Cuando por la tarde hago balance, las ganancias suelen ser superiores a los 200 pesos diarios. Como licenciada devengaba un salario de 480 pesos. Dime si no valió la pena guardar el título en una gaveta. Además, no tengo jefes. Todo depende de mí esfuerzo”, apunta Natacha.

Las ventas al detalle pululan por toda La Habana. Crecen como flores. Muchos trabajadores privados consideran que tener una cafetería o un paladar no siempre es un negocio rentable.

“Para abrir un restaurante o un buen cafetín hay que invertir más de dos mil pesos convertibles. Y hoy en día, como el dinero escasea, la gente por lo general lo que está consumiendo es pan con croqueta o mayonesa, frituras, papas rellenas que valen menos de 5 pesos. Yo abrí una cafetería donde tenía en la carta una amplia variedad de “sándwiches” y batidos. Pero los altos precios, entre 45 y 15 pesos los “sándwiches”, me obligaron a cerrar”, argumenta el antiguo dueño de una cafetería.

Es cierto que algunas cafeterías y paladares funcionan a todo gas en la ciudad. Pero la mayoría de los cuentapropistas no tiene capital suficiente para un gran negocio. Y prefieren dedicarse a las ventas al detalle.

O manejar un taxi. Según Orlando, lo más rentable. “Trabajo para un tipo que tiene cinco autos y los dedica alquilar. Diariamente le tenemos que pagar 550 pesos si manejamos un coche de 5 plazas. Si es un yipi de 10 asientos entonces pagamos mil pesos diarios. No tenemos que invertir en nada. El combustible y las reparaciones corren a su cuenta. En una jornada llego a casa con más de 600 pesos de ganancia”, asegura.

En el centro y la parte antigua de La Habana proliferan mesas con personas vendiendo bisuterías, ropa y zapatos. Dedicados a la venta de discos piratas hay miles de tenderetes. En el de Antonio es amplio el catálogo de seriales, filmes y telenovelas.

Vende el DVD a 30 pesos. También oferta videojuegos. Y si no encuentras lo que buscas, Antonio, diligente, te dice que pases al día siguiente. “Si me da su palabra que vendrá mañana le rebajo 5 pesos”. Y es que ante la proliferación de vendedores, suelen triunfar aquéllos que hacen ofertas de rebaja o por su buen trato se meten al cliente en un bolsillo.

Las pequeñas ventas marchan viento en popa para unos. Otros están al borde de la quiebra. Pero todos aseguran que es preferible laborar por tu cuenta que hacerlo para el Estado. Paga menos, exige más y no ves el resultado de tu trabajo.

Imagen tomada de El Lagarto verde.

Diletante sin causa: País de buhoneros

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Avenida Carlos III, Centro Habana. Foto 2012.

Diletante sin causa: País de buhoneros:

Un documental recientemente realizado por la cadena noticiosa Al Jazeera y un artículo de portada aparecido en el número más reciente (Noviembre 2012) de la revista National Geographic Magazine, ambos centrados en los cambios económicos que se están produciendo en Cuba, coinciden en mostrar una realidad desoladora, en la cual la máxima aspiración del ciudadano común parece ser la de convertirse en un vendedor ambulante. Con algunas excepciones, ese es mayormente el nivel de cuentapropismo que presentan estos trabajos.

…Todos se muestran entusiastas respecto a las posibilidades de trabajar por cuenta propia, sin jefes ni reuniones, y de ganarse lo que puedan. Pero cada vez que los periodistas escudriñan sobre aspectos más ideológicos con respecto a la naturaleza de los cambios, como “¿Creen ustedes que estos cambios pueden ampliarse a otros sectores de la economía?”, los entrevistados unánimemente responden: “¡Ah, no!, eso es política, yo no me meto en política”.

…Gorney ofrece un muestrario de sobrevivientes dedicados a pequeños negocios, sin mucho futuro, o a dueños de paladares sofisticados que financian sus negocios con ayuda de extranjeros o de familiares que residen en los Estados Unidos. Busca también argumentos ideológicos en defensa del neocastrismo, pero no los encuentra…

No hay muchas novedades en ninguno de estos trabajos, pero una lectura no muy entre líneas de ambos,  lo lleva uno a concluir que poco a poco Cuba se está convirtiendo en una cultura de bazar, que atrae turistas por su pintoresquismo de país que aún se mantiene firme en el socialismo, mientras su capital se encuentra en ruinas que exudan un tercermundismo al cual el turista occidental no se puede resistir. Un país miserable, con un casco bien cuidado (La Habana Vieja de Eusebio Leal), en el cual se pueden adquirir prendas folclóricas, consultarse con una santera y escuchar unos cuantos tríos callejeros cantando música tradicional para el halago del oído extranjero, en medio de una indudable belleza geográfica. Un país que no solamente ya se jacta de tener las prostitutas más cultas y educadas del planeta, sino que parece también liderar el mundo en cuanto a poseer el mayor porcentaje de taxistas con título universitario, mientras el visitante puede fotografiar esta miseria con el fondo de unas descascaradas consignas revolucionarias. En fin, Haití con lemas.

Pero la otra conclusión que se puede extraer de estos trabajos es el papel de la ideología, que aunque ya no parece ejercer influencia en la conciencia de la población, se mantiene en la penumbra como un arma de control…. Mientras el cubano de a pie se atenga comedidamente a este principio, podrá desarrollarse como un buhonero legal que se beneficiará mayormente del turismo. Esto implica una prosperidad muy limitada y subyugada a la decisión de un organismo único de poder.

Viendo y leyendo las distintas entrevistas y las uniformes respuestas cuando el feo rostro de la política aparece en las preguntas, me recuerda un viejo chiste de los años setenta, en el cual un periodista extranjero, después de preguntar decenas de veces a un cubano su opinión sobre los sucesos políticos del momento y recibir por respuesta invariable “yo opino lo mismo que dice el editorial del Granma con respecto a esos hechos”, se enfurece y frustrado le pregunta a ese cubano de a pie: ”Pero hombre ¿Usted no tiene opinión propia?”.  A lo cual este le responde: “Sí, pero estoy en contra de ella”.

BBC Mundo: Los jubilados cubanos, los grandes perdedores de las reformas

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Boda de mis abuelos. 1946.

Boda de mis abuelos. 1946.

BBC Mundo: Los jubilados cubanos, los grandes perdedores de las reformas:

La crisis económica de los años ’90 llevó a gran parte de la población cubana a la pobreza, pero las reformas posteriores han permitido que diferentes sectores de la población mejoren su nivel de vida, por las más variadas vías y mecanismos.

Sin embargo, uno de los grupos que no ha logrado recuperarse de la crisis es el de los jubilados, cuyas pensiones de US$15 mensuales no les permiten llegar a fin de mes. Por eso las calles de Cuba se han poblado de ancianos tratando de ganarse la vida.

Muy temprano en la mañana, los kioscos se llenan de abuelos comprando periódicos para revender, mientras a la misma hora otros empiezan a asar el maní que ofrecerán en los semáforos y algunos se preparan para pasar el día cuidando automóviles.

La reducción de las subvenciones y el constante aumento de precios les obliga a seguir buscando el pan después de haberse jubilado. Cualquier cosa sirve, desde vender encendedores en la calle hasta recolectar latas vacías de cerveza y cartones.

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En medio de esta situación, entre los ancianos la revolución sigue teniendo gran apoyo a pesar de que muchos viven en la pobreza. La mayoría de ellos conocieron el sistema anterior a 1959 y lo sufrieron porque pertenecían a los sectores más desfavorecidos.

Eran los más pobres, los que se beneficiaron de la reforma agraria, recibieron la propiedad de la casa que alquilaban y mandaron sus hijos a la universidad, pero seguramente nunca se imaginaron que al final del camino no tendrían derecho al descanso.

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Diario de Cuba: El gobierno autoriza la apertura de un mercado mayorista

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Factura de 1968.

Factura de 1968.

En Diario de CubaEl Gobierno autoriza la apertura de un ‘mercado mayorista’:

Crea una empresa estatal para comercializar ‘pro

ductos alimenticios y otros bienes de consumo e intermedios’.

El Gobierno autorizó este jueves la venta mayorista de bienes y servicios, una medida que responde a una vieja demanda de emprendedores privados, informó Reuters.

El sitio www.gacetaoficial.cu publicó una resolución que crea la Empresa Comercializadora Mayorista de Productos Alimenticios y Otros Bienes de Consumo.

Unos 400.000 cubanos trabajan por su cuenta, muchos de los cuales han sufrido las limitaciones de no contar con ventas mayoristas que garanticen las materias primas e insumos para sus labores, que van desde bares, restaurantes, hasta taxistas o vendedores ambulantes de vegetales.

Según la resolución, la empresa se dedicará a “comercializar de forma mayorista productos alimenticios y otros bienes de consumo e intermedios no alimenticios (…) a personas jurídicas y otras formas de gestión no estatales”.

Las ventas se harán tanto en moneda nacional como en divisas o CUC.

La nueva norma también establece que serán comercializados de forma mayorista productos ociosos y de lento movimiento, equipos de cómputo y mobiliarios, así como servicios de almacenamiento de mercancías, alquiler de almacenes, cámaras de frío y servicios de transporte de productos que se venden tanto a la red estatal como a particulares….

Alejo 3399: Se vende todo lo vendible

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Vedado, cerca de 23 y 12. Foto 2012.

Vedado, cerca de 23 y 12. Foto 2012.

En Alejo 3399: Se vende todo lo vendible:

En Cuba se vende todo y se vende bien. Con 7 mil dólares uno se puede comprar un apartamento de soltero en cualquier ciudad del país, y con 10 o 20 se pueden conseguir cuños y firmas que en otras regiones del mundo costarían un ojo de la cara y más.
Aquí he visto vender cosas inauditas, e inauditas maneras de vender. Una señora con pinta de ex-presidiaria callejea todos los días y anuncia “leche en polvo”, y luego anuncia “veneno pa´ las ratas”… (poner énfasis en la Erre, como ella) y uno no deja de notar que la señora carga una sola jaba de guano…, todo mezclado…, y hay quien compra, siempre hay quien compra porque hay ratones y también necesidad de dasayunar.
Un loco callejero vende perritos satos a diez pesos, justo al lado de los que venden Chau Chaus, Dálmatas y Husky Siberianos a 40 dólares. Y otro loco vendedor de la calle grita que vende una pistola… y aclara que “de soldar”, y otro grita que vende “dos locas por diez pesos…”, tubitos de cola-loca para pegar.
Se venden cosas y comidas sin licencia, y se ponen jabitas cubalses (de nylon) colgadas en las ventanas para anunciar que “hay”, lo que sea que se venda. Y se ponen también carteles que rezan: “Ni vendo ni compro nada, por favor, no moleste”.
Uno pregona “voy pasando, voy pasando… después no te estés lamentando que te estoy avisando, voy pasando, voy pasando”, y todo el mundo sabe que vende algo impregonable, pero muy vendible.
Se venden “por la izquierza”, ilegales conexiones a Internet, caro y lento Internet, porque los cubanos no podemos conectarnos a la red así por la libre. Hay que ver lo que se siente entrar a una salita de navegación de ETECSA (único proveedor, acaso), con 3 CUC (1/5 del salario promedio) bien sudados para chatear media horita con tu socio ausente, y que te digan “no mi vida esto no funciona para cubanos”. Te dan ganas de cagarte en todo lo cagable, pero entonces recuerdas que eres cubano, y que si te fueras a cagar cada vez que te pasa algo así estarías ya deshidratado. Además… se vende todo, y se vende bien.
Se venden derechos a comprar carros en un inextricable sistema finaciero-comercial en que al parecer todo el mundo gana. El que tiene mucho dinero gana un carro, y el “propietario del derecho a carro” que toma el dinero del otro, y los abogados que hacen el papeleo igual se llevan “lo suyo”, y el proveedor del carro (el que otorga el derecho) gana también dinero, y claro, reputación como dueño final de todo lo vendible. ¿Quién pierde en esta vuelta? El que nada tiene que ver con carros o dineros, porque se obvia y se segrega, pierde la gente normal, el tipo “falto de interés comercial”.
Pero ese tipo falto de interés comercial también vende y compra, alejado de la aparente legalidad de los “por cuanto” de abogados.
El colmo de los colmos, lo más insospechado y loco que he visto vender, se vende en una zona de Camagüey, de la cual los jodedores dicen que, si tienes dinero suficiente, puedes comprar hasta las piezas del avión en que se perdió Camilo.
Hay uno que vende balas (balas cartuchos de escopetones de caza: “esto sirve para que los guajiros espanten a los bandidos”, me explica el vendedor), y a escazos 5 metros hay otro que vende cuchillos, de todos los tamaños, de todas las formas… hasta el modelo del sable de Sandokan me parace haberlo visto entre el manojo metálico (… “y esta moña sí que no se dobla consorte…”, publicita el vendedor), y luego, más adelante en la calle, hay otro que vende discos de sierra, barretas, y alambres para cordeles, y muelles grandes ¿? (“….los muelles son para el que le haga falta…”, dice el tipo).
Se vende– para el que tenga y quiera comprar–, todo un espectáculo filoso y metálico de pieles curtidas de sol, brillantes de sol y sudor, ojos de alcohol de mañana, ropa sucia, con olor a hierro, y zapatillas y mochilas chinas rotas y cosidas y vueltas a romper. Se venden balas, cuchillos, alambres, discos de sierra, barretas oxidadas; y se vende, al fin, hasta los destinos y orígenes de nuestros sudores metálicos.


Diario de Cuba: Los cubanos que consumen

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En Diario de Cuba: Los cubanos que consumen:

Vehículos Audi y Hummer en las calles, restaurantes que venden platos de tortuga o ciervo, gimnasios que cobran en divisas a sus socios, luna de miel en un hotel de cinco estrellas: el lujo reaparece tímidamente en Cuba tras medio siglo de igualitarismo y austeridad, de la mano de las pequeñas reformas, informa AFP.

Como reflejo del retorno poco a poco del consumo de bienes y servicios no esenciales en la Isla, estimulado por los nuevos trabajadores privados o ‘cuentapropistas’ —que ya suman 400.000—, ahora se ven en La Habana vehículos Audi, Mercedes Benz, BMW y Hummer con placas de matrícula color amarillo, señal de que pertenecen a particulares cubanos.

No son demasiados frente a la enorme flota de coches estadounidenses de los años 50 (almendrones) o los Lada rusos de los 80, pero antes todos los vehículos de lujo eran de diplomáticos (placa negra).

‘Ahora el turismo tiene dos temporadas altas’

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Antes, los cubanos tenían prohibido hospedarse en hoteles, pero Raúl Castro eliminó esa prohibición en 2008 y ahora el turismo tiene dos temporadas altas: de diciembre a abril, con los visitantes extranjeros, y en julio y agosto, con los cubanos.

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Pasar inadvertidos

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El naciente consumo de lujo no es un tema del que se hable públicamente, quizás porque es incómodo para el discurso oficial o porque los cubanos con mayores ingresos prefieren pasar inadvertidos, pues en el pasado hubo gente llevada ante la justicia por “enriquecimiento ilícito”, tras denuncias anónimas de vecinos.

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talleres de oficios, cooperación internacional, y cuentapropismo

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Imagen tomada de Sopa de cabilla. 2013.

Imagen tomada de Sopa de cabilla. 2013.

Según Sopa de cabilladesde hace dos años funciona en La Habana un taller de reparación de instrumentos musicales que, además, ofrece formación técnica a cinco alumnos de los que se espera que, una vez graduados, abran sus propios talleres privados. Se trata “del proyecto Gestión y difusión del patrimonio musical de Cuba y Latinoamérica: luthería, investigación y docencia, auspiciado por la Unión Europea, la Organización No Gubernamental belga Luthier sin fronteras y la Oficina del Historiador”. Según la fuente, “el objetivo del proyecto era la creación de un taller y un curso -ya en marcha desde 2011 y que concluirá en septiembre de 2013- con jóvenes interesados en el oficio y que pudieran recibir experiencias y conocimientos de importantes Maestros franceses y belgas para la especialización y perfeccionamiento de métodos de trabajo”.

Sobre el futuro de los graduados y de la profesión: “el Jefe del Taller de Luthería aseveró que como el espacio es pequeño, y se han abierto las posibilidades para que los cuentapropistas pueden desarrollarse, los alumnos deberán crear sus propios lugares, aunque siempre tendrían el apoyo de la organización: “Es un oficio solitario, cada uno debe crear su espacio de trabajo y crear su taller. Hemos podido comprobar que en otros países se organiza de esa manera y da resultado”. Y agrega: “Según Dariel Moreira, se siente atraído desde la niñez por la música, aunque se graduó como Instructor de Arte en la especialidad de Artes Plásticas: “Mi mayor motivación ha sido la posibilidad de crear un instrumento y tenga mi propio sello, mi marca personal. Es un trabajo difícil de gran precisión y detalle”.

Diario de Cuba: El cine 3D llega a Cuba con el impulso de negocios privados

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Sala de cine privada en Cuba. 2013. Imagen tomada de Cubanite.

Sala privada de cine 3D en Cuba. 2013. Imagen tomada de Cubanite.

En Diario de CubaEl cine 3D llega a Cuba con el impulso de negocios privados:

La iniciativa privada lleva, una vez más, la delantera al Gobierno, que apenas ha comenzado a utilizar la tecnología en algunos pequeños espacios.

Poco a poco y sin gran revuelo, el fenómeno del cine 3D ha llegado finalmente a Cuba mediante contadas exhibiciones en salas estatales y con el impulso de negocios privados, el sector que está apostando más rápidamente por esa tecnología, reporta EFE.

Hasta hace poco la experiencia de usar las “gafas especiales” era imposible en la Isla, donde filmes famosos por su formato en 3D como AvatarTintin y El Hobbit fueron vistos sin el añadido de la tercera dimensión.

En un intento por acercar al público a esos “efectos”, esta semana la duodécima edición de la Muestra de Jóvenes Realizadores en La Habana programó por primera vez en la historia del evento una serie de exhibiciones en 3D.

Las proyecciones se hicieron en una pequeña sala para unos 45 espectadores, ubicada en la sede del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC).

“Es una tecnología que no está ni siquiera puesta en Cuba para uso comercial, aunque existen sitios privados que exhiben películas en 3D”, dijo a EFE Sara Vega, del comité organizador de la Muestra.

Vega explicó que utilizaron tecnología del ICAIC y organizaron la entrada mediante “inscripciones” previas, porque se trataba de un local con poca capacidad, aunque no hubo lleno total en todas las funciones.

Pero en realidad la primera exhibición pública de 3D en Cuba auspiciada por el ICAIC se hizo fuera de la capital del país, durante un evento de crítica cinematográfica en la ciudad de Camagüey, en marzo pasado.

“Fue más simbólico que otra cosa, porque lo que teníamos eran 20 gafas, pero a los efectos históricos sí debe quedar como la primera exhibición en un espacio público, por parte del Estado”, afirmó a EFE el crítico Juan Antonio García.

En Camagüey, precisó García, no existen todavía salas de cine en tercera dimensión privadas, un tipo de negocio que en cambio sí ha ido proliferando en la capital.

Se trata de novedosas y pequeñas salas surgidas en los últimos meses.

“Una buena opción para navegar en un viaje lleno de experiencias mágicas”, reza el anuncio online de uno de esos sitios, que en sus promociones destacan el “buen trato”, el confort y la “espectacular” experiencia del cine en 3D.

Como en la mayoría de los nuevos negocios privados en Cuba, los locales se han improvisado en viviendas particulares y cuentan con habitaciones climatizadas, pantallas y proyectores de alta definición, sillas, sofás o lunetas, según el espacio o la inventiva de cada dueño.

En algunos sitios el pago de la entrada incluye palomitas de maíz y refrescos, junto a una amplia lista de títulos donde predominan las películas de 3D de entretenimiento, infantiles o aventuras, según constató EFE.

Casi todos esas salas privadas advierten en sus anuncios que funcionan mediante reserva previa, y los precios por entrada oscilan entre uno y tres pesos convertibles (CUC, equivalente al dólar), la moneda fuerte de las dos que circulan en el país.

Ese precio es elevado en comparación con los dos pesos cubanos (cuyo valor es 24 veces menor al del CUC) que cuesta actualmente la entrada subvencionada en los cines estatales de la Isla.

Según datos oficiales, Cuba tenía hasta 2011 casi 300 salas de cine con formato de 35 y 16mm, muchas de las cuales fueron construidas en la primera mitad del siglo XX con amplias capacidades y que actualmente acumulan un fuerte deterioro y no cuentan con la tecnología necesaria para dar el salto al 3D.

Las nuevas salas privadas en La Habana no suman más de 15 ó 20, a juzgar por los anuncios que aparecen en los sitios de clasificados de internet, pero han roto la inercia con la introducción del 3D en el país y llevan la delantera.

En los próximos meses las cosas podrían cambiar de acuerdo con los planes del ICAIC de extender la tecnología a las salas estatales….

Sala privada de cine 3D en Cuba. 2013. Imagen publicada por Sylvia Corbelle Batista en Facebook.

Sala privada de cine 3D en Cuba. 2013. Imagen publicada por Sylvia Corbelle Batista en Facebook.

Café Fuerte, sobre regulaciones dirigidas a los locales de los cuentapropistas

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Nuevo Vedado, La Habana. Foto 2012.

Nuevo Vedado, La Habana. Foto 2012.

Según Café Fuerte, el Instituto de Planificación Física arremeterá contra las irregularidades urbanísticas:

Según declaraciones de propietarios afectados por las disposiciones recientes, todos aquellos negocios privados que hayan sido enclavados en portales o sitios que aporten al ornato público serán cerrados y obligados a funcionar en el interior de los inmuebles.

síndrome del envase vacío, y un poco de vida cotidiana

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Negocio de comida china para llevar. Nuevo Vedado, Habana. Foto 2012.

Es mediodía y pides, frente a la pequeña barra de madera construida a la entrada de un edificio de dos plantas, una ración de arroz frito especial. Es para llevar, pero no tienes que aclararlo pues se trata de un negocio de comida solo para llevar. Pagas y te vas, dispuesta a regresar en media hora como te sugirió la dependiente. Regresas más tarde y, después de esperar otra media hora, la dependiente, que todo el tiempo ha estado frente a tí, te dirige la palabra para decirte que la comida aún no está lista, pero que saldrá pronto, pues hubo problemas con el gas. Piensas en lo rutinario que eran estos inconvenientes cuando vivías en Cuba y entiendes. Ella te pide entonces el envase donde te llevarás la comida que compraste. Dices que no tienes, que no sabías que debías llevar uno y, por supuesto, no mientes. De un flashazo piensas que, cuando minutos antes tu madre te sugirió que llevaras un envase, la tomaste por provinciana, desconocedora de los pormenores de los negocios de comida para llevar. Mientras, la dependiente, imperturbable, te dice que debes comprar uno de los contenedores de cartón, exactamente iguales a los que te darían en Nueva York o en cualquier parte del mundo, que se amontonan en una esquina de la barra/mostrador. Le dices que no trajiste dinero, pues habías pagado cuando ordenaste la comida, momento en el que nadie te dijo, le dejas saber, que deberías volver con un envase. Para salir del problema, la dependiente te dice que, como la comida tardará aún un poco más, ella te la llevará a casa en los envases de cartón a los que estás acostumbrada y entonces podrás pagarlos. Regresas y le dices a tu madre que ella tenía razón, y que, además, aún deben esperar para comer el arroz frito especial.

Cantina y cafeteras que se usaron en Cuba en los 1980s. Imagen tomada de internet.

 

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